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Santo Domingo:.- Los restos de cientos de chatarras, próximo al hipódromo Quinto Centenario, hablan por sí mismos de la situación agónica por la que atraviesa la Oficina Metropolitana de Servicios de Autobuses (OMSA).
“Así anda el país, como la OMSA”, dijo uno de los escasos custodios del lugar.
Una hora antes, Ignacio Ditrén, el director, graduaba 199 conductores egresados de la Escuela Nacional de Educación Vial (ENEVIAL).
Allí dijo que estaba estudiando cómo -refiriéndose a la OMSA- sobrevivir.
Y no es para menos. Los números aportados por Ditrén revelan una institución estatal en naufragio. Apenas 200 autobuses circulan en el gran Santo Domingo y Santiago.
En la primera demarcación el funcionario cuenta que mueven 150 mil personas todos los días, una cantidad pírrica si se compara con la demanda. Sólo la empresa del diputado Juan Hubieres, FENATRANO, transporta el doble.
Es cierto, como dice Ditrén, que el presupuesto mensual de apenas 80 millones de pesos mantiene a la empresa en la puerta del colapso; pero habría que preguntarse si la muerte del proyecto, fundado y vendido por el primer gobierno de Leonel Fernández como el principal signo de reordenamiento y modernización del transporte público, no encierra también el último de los fracasos de las políticas públicas, si es que han existido, aplicadas en el sector durante los últimos 30 años.
Para el director de la OMSA, una píldora paliativa sería subirle cinco pesos al precio del pasaje, pero aún así piensa que todo depende de lo que decida el presidente Leonel Fernández.
“Tenemos el mismo presupuesto de hace cinco años y la misma tarifa de hace siete, así no podemos seguir”, refiere al confirmar que las guaguas están viejas, que no hay recursos para el mantenimiento y que envió una carta a Fernández para ver si se conduele de la difícil situación.
El funcionario cree que con el doble del presupuesto actual (160 millones) se podría mantener una cantidad de 500 autobuses (hay 300 fuera de circulación), definida como la cifra ideal, pero sus palabras lucen ir en otra dirección.
“Se trata de un transporte subsidiado y por exigencia del Fondo Monetario Internacional (FMI) el gobierno está quitando todas las contribuciones a los servicios públicos”.
Otra realidad
Hace tres meses Ditrén pintaba un panorama menos derrotista. Calificaba el servicio de estable y aseguraba que lo llevaría a 400 unidades a finales del año. Su voz de esperanza parece que se estrelló con la falta de recursos que en este momento padece el gobierno.
Mientras la OMSA es sepultada por la carencia de presupuesto, y el Ejecutivo mantiene funcionando con elevados subsidios el Metro que va desde el Centro de los Héroes hasta Villa Mella, la segunda línea se construye a toda velocidad.
Contradictoriamente, el mismo Ditrén mantiene con alta frecuencia un anuncio en la radio y la televisión donde dice a boca llena que el progreso se está construyendo: “Metro a Metro y OMSA a OMSA”.
Según estadísticas de la OMSA, en 2009 se transportaron 33 millones 730 mil 787 pasajeros y se recaudaron 283 millones 885 mil 384 pesos. El desempeño del 2010 tiene una dirección bastante declinante.
La OMSA fue creada por el decreto 448-97 cuando el PLD llegó al gobierno en 1996. Su primer director fue Hamlet Herman.
Entonces mucha gente llegó a creer que por fin había acabado el tiempo de las chatarras rodantes, de las voladoras, de las banderitas, del desorden y del caos que han dominado el transporte urbano en el gran Santo Domingo, una urbe que sobrepasa los 3 millones de habitantes.
En la actualidad la OMSA cuenta con 12 rutas, cuatro de ellas en Santiago. Datos de la institución indican que las más demandas son los corredores John F. Kennedy, 27 de Febrero, Los Ríos, Independencia, Los Alcarrizos, Charles de Gaulle y Naco. Su servicio está orientado a personas de bajos ingresos. El precio está entre 5 y 10 pesos por persona.
Según el decreto con el que el presidente Fernández la fundara, el propósito de la OMSA es ofrecer servicio de preparación, mantenimiento, reparación y despacho de la flota de autobuses de transporte público de la ciudad de Santo Domingo, utilizando el patrimonio y el personal de la anterior Oficina Nacional de Transporte Terrestre, suprimida mediante el mismo decreto.
La última flotilla de autobuses públicos entró al país en el 2007, cuando se hizo una licitación que fue ganada por la firma Autozama, para adquirir en Brasil 300 unidades de la fábrica Merces-Benz.