New York:_ ¿Es Hipólito Mejía el Papá Boca de estos tiempos, o como dice el tema de la orquesta Quinto Mayor, el Papaupa?
Para los politólogos y expertos en ciencias políticas y sicólogos sociales, quizás, ni el propio candidato presidencial del PRD, se puede explicar así mismo, cómo resurgió de las cenizas y al igual que el ave Fénix, volvió a ascender al pináculo.
¿Rechazo mayoritario contra el PLD y su actual gestión, voto de castigo al presidente Leonel Fernández y sus equipos económico y de seguridad nacional o tal vez, irritación contra las estrategias y políticas oficialistas del Comité Político?
Las interrogantes podrían tener muchas respuestas, pero lo cierto es y según pudimos constatar todos los reporteros que cubrimos las más y las menos importantes actividades de Mejía en su reciente visita a la urbe, es que el ex mandatario, en este momento, sobrepasa el entusiasmo, el nivel de carisma y la dinámica con las que compitió en las elecciones del 2000 y en cuyo proceso, no alcanzó el 50%.
Ahora, una especie de papamanía cunde en todos los rincones de la República Dominicana y el exterior y obviamente, Nueva York, no fue la excepción. Desde su llegada a la ciudad el pasado 30 de junio y en la que agotó una agenda, que a pesar de sus 70 años de edad, muy pocos candidatos resistirían, Mejía, consiguió el respaldo de cientos de dominicanos y dominicanas, muchos de los cuales, sin participar directamente en los eventos organizados y bajo techo, se apersonaban a las afueras de los locales para tratar de ver de cerca, saludar y hablar con “papá”.
El contagio fue asombroso, luego de una estrepitosa caída de Mejía en las elecciones del 2004 (33%) y al parecer su figura paternal, su estilo característico de permitir que se le acerquen las mujeres, hombres, niños, homosexuales y hasta desacatados, es uno de los factores que lo pone nuevamente en la posibilidad de volver al Palacio Nacional.
Con un cambio radical en el manejo de los temas, aunque los “relajos” siempre están presentes, Hipólito se está cuidando mucho de no caer en cherchas, chabacanerías o imprudencias verbales, que pudieran afectar su regreso al solio presidencial.
Dándoles “besos faciales” como él mismo los llama a las jóvenes, abrazando a las maduras, saludando con palmadas en las cabezas y mejillas de los maduros y viejos y chocando los puños con los jóvenes y adolescentes en forma de saludo, al estilo tigueraje, Mejía concitó un respaldo tan efervescente que en algunos de sus discursos, dijo que estaba sorprendido.
Gritándole “¡llegó papá!”, “ese es mi papá”, “te queremos papá”, “nos vamos en la primera papá” y otros “piropos” afectivos, el gentío que ha enamorado con su estilo populista, lo mantiene en la preferencia hasta este momento.
Saluda, besa, se hace fotos y videos, se detiene a conversar con cualquiera a pesar del nerviosismo de su seguridad personal y casi nunca abandona los escenarios en los que encabeza actos de masas y de asistencia selecta, sin estrechar las manos de la mayoría.
Un estilo populista, campechano, pueblerino, accesible y carismático que produce en su figura una papamanía que enamora el gentío.
