Ante varias decenas de miles de personas reunidas en la
plaza de San Pedro del Vaticano, el Pontífice pronunció el tradicional
Mensaje de Navidad, en el que repasó la situación en el mundo y pidió
que cese la violencia en Siria y ayuda para los refugiados.
Benedicto
XVI afirmó que Siria está "profundamente herida" por un conflicto que
no respeta ni siquiera a los enfermos y se cobra víctimas inocentes".
"Una
vez más hago un llamamiento para que cese el derramamiento de sangre,
se faciliten las ayudas a los refugiados y a los desplazados y a través
del diálogo se alcance una solución política al conflicto", afirmó.
El
Pontífice también hizo votos para que en los países del norte de
África, especialmente Egipto, que atraviesan -dijo- una profunda
transición en la búsqueda de un nuevo futuro, los ciudadanos construyan
juntos sociedades basadas en la justicia, el respeto de la libertad y la
dignidad de cada persona.
En su repaso por el planeta, el Obispo
de Roma se detuvo en Tierra Santa e hizo votos para que la paz brote en
esa región donde nació, vivió, murió y resucitó Cristo y pidió a Dios
que conceda a israelíes y palestinos "la valentía de poner fin a tantos
años de luchas y divisiones y de emprender con decisión la vía de la
negociación".
El Pontífice también tuvo palabras para
Latinoamérica y abogó para que crezcan las virtudes humanas y cristianas
de los fieles de esa zona de mundo y pidió a Dios que "sostenga a
cuantos se han visto obligados a emigrar lejos de su familia y de su
tierra" y que fortalezca a los gobernantes "en su compromiso por el
desarrollo y en la lucha contra la criminalidad".
Benedicto XVI
abogó asimismo para que la paz "brote en el vasto continente asiático" y
pidió que el Rey de la Paz dirija su mirada a los nuevos dirigentes de
la República Popular China "en el alto cometido que les espera".
"Expreso
mis mejores deseos de que en esta misión se valore la contribución de
las religiones, respetando cada una de ellas, de modo que puedan
contribuir a la construcción de una sociedad solidaria, para bien de ese
noble pueblo y del mundo entero", afirmó.
Pensando en África, el
papa, que ya ha visitado en dos ocasiones el continente negro, imploró
la paz en Malí y la concordia en Nigeria, donde -dijo- "crueles
atentados terroristas" continúan causando víctimas, particularmente
entre los cristianos".
El Obispo de Roma pidió ayuda y consuelo
para los refugiados del este de la República Democrática del Congo y paz
para a Kenia, donde sangrientos atentados han golpeado la población
civil y los lugares de culto.
El anciano Pontífice afirmó que en
Jesús se ha encarnado el amor, la verdad, la justicia y la paz y expresó
su esperanza en el mundo, asegurando que en esta tierra nació Jesús y
es una tierra buena, sana y libre.
El mensaje de Navidad siguió la
misma línea de la homilía que pronunció esta pasada noche durante la
Misa del Gallo, en la que pidió por la paz en el mundo y especialmente
por Siria y Tierra Santa y rechazó el uso de la violencia en nombre de
Dios.
Benedicto XVI pidió que en lugar de armamentos para las
guerras lleguen ayudas para los que sufren y denunció que el hombre está
tan lleno de si "que no le queda espacio para Dios y le rechaza".
Mirando
una imagen del Niño recién nacido, el papa Ratzinger imploró a Dios que
ilumine "a las personas que se creen en el deber de aplicar la
violencia en su nombre, para que aprendan a comprender lo absurdo de la
misma y se conviertan en hombres de paz".
"Haz que, también hoy,
de las espadas se forjen arados, que en lugar de armamento para la
guerra lleguen ayudas para los que sufren", subrayó.
El papa
reconoció que "es cierto" que el monoteísmo ha servido en la historia
como pretexto para la intolerancia y la violencia y que la religión ha
sido usada de manera "indebida", pero que "no es verdad" que rechazando a
Dios se restablecería la paz.
"Si la luz de Dios se apaga, se extingue la dignidad del hombre", subrayó.
Tras
el mensaje de hoy, el papa impartió la bendición "Urbi et Orbi" (a la
ciudad de Roma y a todo el mundo) en 65 idiomas, entre ellos español,
portugués y guaraní.
En español proclamó: "Feliz Navidad. Que la
paz de Cristo reine en vuestros corazones, en las familias y en todos
los pueblos", en medio de los aplausos y vivas de numerosos españoles y
latinoamericanos presentes.