Indicó que alrededor del 40% de los hogares de la República Dominicana son disfuncionales.
Asimismo, reveló que hay consumo de alcohol en
niños de hasta 8 años, “y del consumo de alcohol van pasando a la
marihuana, a la cocaína, al crack, y otras drogas por igual dañina”.
El titular del CND informó que atendiendo a esos
males que afectan a la sociedad dominicana, su principal objetivo es
trabajar con los valores morales, éticos y sociales, centrado en un
buen desempeño de los maestros en las escuelas y colegios del país.
Destacó que en estos momentos están trabajando con
400 facilitadores en los centros educativos, y esperan a final de año
incrementarlos a 1,000 “para que sean los mismos maestros quienes
perciban los cambios y las señales que podría presentar un joven en la
escuela y pueda trabajar con él y, al mismo tiempo con sus padres”.
Dijo que la institución que dirige tiene un
Observatorio Nacional de Drogas, para saber cuáles son las motivaciones
que llevan a los jóvenes a consumir, luego al tráfico de drogas, al
narcotráfico, y finalmente al crimen organizado.
En ese contexto, dijo que el Presupuesto de la CND
no fue bajado y agradeció el hecho, ya que el mismo será racionalizado
y coordinado con otras instituciones que trabajan en ese mismo orden,
ya que a su entender no es cuestión de supremacía institucional, sino de
coordinación coherente para lograr mejores resultados.
Los hogares disfuncionales tienen características
de conflictos, mala conducta, y muchas veces el abuso por parte de los
miembros individuales se produce continuamente y regularmente, lo que
lleva a otros miembros a acomodarse a tales acciones.
Las familias disfuncionales son principalmente el
resultado de adultos codependientes, y también pueden verse afectados
por las adicciones, como el abuso de sustancias como el alcohol y
las drogas, y padres que emulan o intentan corregir a sus propios
padres disfuncionales.
En algunos casos, un padre permitirá que el padre
dominante abuse de sus hijos.
Las familias disfuncionales no tienen ningún límite social, ni financiero, ni intelectual.
Sin embargo, hasta décadas recientes, el concepto
de una familia disfuncional no fue tomado en serio por los profesionales
terapeutas, trabajadores sociales, maestros, consejeros, clérigos,
especialmente entre las clases media y alta.
Cualquier intervención habría sido vista como una
violación de la santidad del matrimonio y un aumento en la probabilidad
de divorcio, que era socialmente inaceptable en la época.
Se esperaba que los niños obedecieran a sus padres, en última instancia, al padre, e hicieran frente a la situación solos.