En su segundo mensaje "urbi et orbi", después del pronunciado el día de
su elección el pasado 13 de marzo, el primer pontífice latinoamericano
se pronunció por primera vez contra los conflictos "sangrientos" que
azotan al planeta.
"Pidamos a Jesús resucitado que transforme la muerte en vida, el odio en
amor, la venganza en perdón, la guerra en paz", resumió Francisco con
tono claro desde el balcón de la basílica de San Pedro ante unas 250.000
personas.
Cumpliendo con la tradición del domingo de Pascua, Francisco condenó los "conflictos" en Oriente Medio, África y Asia.
El llamado más significativo fue a las dos Coreas, después de que el
sábado Corea del Norte declaró el "estado de guerra" a Corea del Sur, en
una nueva amenaza que genera una oleada de reacciones y llamados a la
moderación para evitar una catástrofe nuclear en esa zona.
"Paz en Asia, sobre todo en la península coreana, para que se superen
las divergencias y madure un renovado espíritu de reconciliación",
clamó.
El Papa evitó mencionar específicamente los problemas de América Latina,
su región, aunque condenó muchos de los males que la azotan, entre
ellos el tráfico de droga y de personas y sobre todo "la codicia" con
sus consecuencias sociales.
"Paz a todo el mundo, aún tan dividido por la codicia", clamó el papa
latinoamericano antes de denunciar "la violencia ligada al tráfico de la
droga y la explotación inicua de los recursos naturales", así como la
"trata de personas, la mayor esclavitud del siglo XXI", recalcó.
El pontífice argentino, que respetó puntualmente el texto que tenía
preparado y habló sólo en italiano, condenó a "quienes buscan fáciles
ganancias" y el "egoísmo que amenaza la vida humana y la familia".
El Papa repasó las situaciones "más sangrientas", especialmente la de
Siria, para la que pidió "una solución política" de cara a los numerosos
"refugiados que están esperando ayuda y consuelo".
"¡Cuánta sangre derramada! Y ¿cuánto dolor se ha de causar todavía,
antes de que se consiga encontrar una solución política a la crisis?"
lamentó.
Francisco pidió también paz entre israelíes y palestinos, "que reanuden
las negociaciones con determinación y disponibilidad, con el fin de
poner fin a un conflicto que dura ya demasiado tiempo".
También instó a que "cese definitivamente toda violencia en Irak" y
condenó los conflictos en Malí y Nigeria, "donde muchas personas,
incluso niños, están siendo rehenes de grupos terroristas", al mencionar
cuatro menores franceses secuestrados.
Pidió paz para la República Democrática del Congo y la República
Centroafricana, "donde muchos se ven obligados a abandonar sus hogares y
viven todavía con miedo", dijo.
El Papa comenzó su mensaje 'urbi et orbi' anunciando la resurrección de
Cristo y esperando que el mensaje de esperanza llegue sobre todo "allí
donde hay más sufrimiento, en los hospitales, en las cárceles...".
El ex arzobispo de Buenos Aires, de 76 años, cumplió una cargada agenda
en la primera Semana Santa que preside desde el Vaticano, durante la
cual ilustró con sencillez los puntos clave del mensaje de Cristo, su
opción por los pobres y la necesidad de una Iglesia más humilde.
Francisco, que este domingo volvió a darse un baño de multitudes, saludó
a cada uno de los cardenales que asistieron a la misa de Resurrección y
recorrió en un jeep blanco la plaza para abrazar fieles y acariciar
enfermos congregados en la plaza, que estaba decorada con 40.000 flores
donadas por Holanda.
Pasada la Semana Santa, el nuevo Papa deberá comenzar a trabajar en la
reforma interna de la Curia Romana, lo que podría significar una suerte
de revolución pacífica después de las críticas y polémicas que han
desacreditado en los últimos años a la milenaria institución.
Con pequeños gestos y grandes palabras, el Papa inició una serie de
cambios, entre ellos la sorpresa este domingo de no desear "Buena
Pascua" en 65 idiomas como lo hacían sus predecesores y como estaba
previsto.