SANTO DOMINGO:-La miseria y la impotencia son sus compañeras permanentes. El hambre
de sus seis vástagos es su mayor dolor. “Cuando uno se levanta y no
encuentra para dar de comer a sus hijos, eso es doloroso”, asegura
llorora Octavia Cuevas Encarnación.
Descalza, desnutrida, con un
niño de ocho meses en su vientre y otros 6 hijos a su alrededor, la
pobreza la consume. Yolanda, como la conocen en el sector 27 de Febrero,
cuenta con dolor la dura realidad que le ha tocado vivir.
Preparar
la cena en Nochebuena es un sueño para Octavia Cuevas, pues si su
esposo, que es un “chiripero” no lleva algo para comer, la estufa no se
enciende.
Cuenta que sus vecinos se compadecen y le regalan alimentos y útiles para que sus hijos puedan ir a la escuela y alimentarse.
“Cuando
me dicen mami tengo hambre, y yo no tengo que darles, es es dolo...”,
se corta su voz, mientras las lágrimas recorren su rostro.
Dice
que hay días que desayunan, mas no comen, ni cenan, por lo que con su
embarazo tiene anemia y por falta de dinero no puede comprar las
vitaminas.
“Esta Navidad no se qué haré, porque no cuento con
dinero, ni siquiera para comprar ropa y zapatos a mis hijos que están
descalzos, mucho menos para hacer algo de cena ese día”. Llevarse a la
boca una manzana en Nochebuena es como un milagro.
Pobreza
Tres
de sus hijos duermen en una base deteriorada, cubierta con tela y sin
colchón, los otros tres junto a ella en una cama maltratada por los
años, mientras su cónyuge duerme en el piso de la pequeña casa
alquilada.
Lo poco que poseen es regalado. Solo cuentan con una
mesa, algunos enseres de la cocina, estufa, tanque de gas y una lavadora
rota que sirve para lavar de vez en cuando.
“Lo que tengo me lo dieron, porque yo cocinaba en un anafe”, dice con pesar por su condición.
A
la dama, de 35 años, oriunda de Neiba, provincia Bahoruco, le ha
costado conseguir empleo, pues dice que no ha podido educarse y por eso
no le dan oportunidad.
“El que no estudia le va difícil en la vida, yo no pude hacerlo y por eso quiero que mis hijos tengan otra vida”, expresa.
Asegura
que varias veces ha intentado buscar empleo limpiando casas, lavando y
de otras maneras, pero en muchas viviendas la han rechazado.
Su
esposo, Rafael Sánchez, tampoco trabaja, por lo que pasa los días
“chiripiando” en las calles para mantener a sus seis hijos, uno de ellos
con una hernia umbilical que desde los cuatro años de edad debió ser
operada, pero por falta de recursos aun no ha podido concretarse.
“Mi
niño tiene una hernia en el ombligo y sufre mucho porque los demás
niños se burlan de él”, lamenta Octavia o Yolanda, como le llaman sus
vecinos, tras explicar que desde los cuatro años ñhoy con sieteñ el niño
no ha podido ser operado.
Otra preocupación de esta familia es la
falta de dinero para pagar el alquiler de la pequeña casa con un baño
sin techo en donde viven, ubicada en el barrio 27 de Febrero, calle
Santa Rita, número 56.
Deben varios meses, por lo que se vencieron
los depósitos y ya no tienen con qué pagar mensualmente 2,500 pesos,
además de la factura de energía eléctrica que deben a EdeEste.
“Nosotros
estamos en un momento difícil, muchas veces los niños van para la
escuela y no encuentro que darles, por eso quiero que salgan adelante y
que no pasen trabajo”.
La familia de Yolanda vive en Neiba, con
igual situación de pobreza que ella. Su hermano menor sufre de algún
trastorno mental que por falta de recursos no ha sido tratado, mientras
sus padres comen de los frutos de un pequeño conuco.
Ella, sus
seis hijos y el vástago que espera, confían que este año podrán pasar
una nochebuena distinta, gracias a la generosidad de los dominicanos.
LOS NIÑOS SON LOS MÁS VULNERABLES
Sueños
Sus zapatos están rotos y su poca ropa vieja, pues toda su vestimenta
es donada por vecinos al igual que sus uniformes y cuadernos. Para
estudiar tienen que pedir prestados libros y muchas veces dinero para
buscar las tareas en algún centro de internet. Tienen dos niños, de
cinco, siete, 11, 14 y 16 años, los dos mayores en octavo grado y los
demás en tercero, segundo de primaria y preescolar.
Sueñan
con ser profesionales y ayudar a sus padres, pues están conscientes del
sacrificio y su amarga situación. Su inteligencia es evidente, aunque
sus rostros expresan tristeza. En la casa no había evidencia de algún
juguete y su situación económica no los deja soñar con tener uno el Día
de los Reyes Magos.
La cena en Nochebuena, no la
conocen, salvo lo que ven en el vecindario y lo que cuentan sus
amiguitos de la escuela Básica Unida 27 de Febrero.