WASHINGTON.- Drones, helicópteros con visión nocturna y
un millar de soldados armados es la receta propuesta por el gobierno de
Texas y algunos conservadores para hacer frente a la llegada masiva de
menores de edad centroamericanos a través de la frontera con México.
El gobernador de Texas, Rick Perry, ha pedido al presidente de Estados Unidos, Barack Obama, que autorice el envío de 1.000 efectivos de la Guardia Nacional del estado para ayudar a los agentes federales de la Patrulla Fronteriza.
El objetivo es frenar las entradas ilegales a lo largo de los 2.000 kilómetros de frontera entre Texas y México, como medida disuasoria y para no descuidar la lucha contra el crimen transfronterizo.
Obama,
que como comandante en jefe de la Unión debe autorizar despliegues de
fuerzas estatales con fondos federales, ha dicho que estaría dispuesto a
aceptar el despliegue de militares en la frontera solo como medida
temporal y siempre que se apruebe una partida presupuestaria para
atender a los menores inmigrantes.
"Estamos listos para responder
a la llamada de nuestras autoridades civiles", explicó en entrevista
con Efe el portavoz de de las Fuerzas Militares de Texas, el mayor
Travis WaltÉsta no sería la primera vez que Obama ordena el despliegue de la
Guardia Nacional en la frontera, algo que ya hizo entre 2010 y 2011, con
el despliegue de 1.200 militares entre San Diego (California) y
Brownsville (Texas).
Previamente, entre 2006 y 2008, George W.
Bush ordenó la Operación Jump Start, que desplegó a 6.000 miembros de la
Guardia Nacional, un movimiento que fue visto como la primera gran
militarización de la región fronteriza.
Segun una auditoría
ordenada por el Congreso en 2011, esas dos operaciones militares
costaron 1.350 millones de dólares, con los que se comenzaron a utilizar por vez primera vez drones aéreos de vigilancia, se levantaron más vallados y se apostó a militares armados a lo largo de la línea fronteriza.
La
motivación principal en aquellas dos ocasiones fue el temor a que la
violencia de los cárteles se extendiera a las regiones fronterizas de
EE.UU. y que aumentara el tráfico ilegal de drogas, armas o personas; hoy, el miedo es la oleada de menores centroamericanos que cruzan solos con la intención de entregarse.
El
congresista republicano por Texas Louie Gohmert ha llegado a sugerir
que el uso de la fuerza militar está justificado en esta situación que
definió como invasión, ignorando a aquellos que llaman a esta crisis
migratoria una emergencia humanitaria.
Gohmert la prefirió llamar "invasión en masa", "una amenaza a nuestra propia existencia" y por ello el Congreso tiene la autoridad para llamar al Ejército.
Desde
octubre han llegado más de 57.000 menores solos e indocumentados con la
esperanza de reunirse con familiares en Estados Unidos y de recurrir a
las salvaguardas legales existentes en el país que protegen a niños que
piden asilo por miedo a ser víctimas de la violencia o de la
explotación.