Santo Domingo:- El comunicado publicado el pasado lunes por el Ministerio de Hacienda bajo el título “Recursos destinados a la educación 1996-
En un país de instituciones más sólidas y respetuosas de sus funciones, ese comunicado, convertido en anuncio de televisión, no hubiera sido publicado. Y la razón es sencilla: su grado de manipulación de las cifras para inducir a error a la opinión pública constituiría un delito flagrante.
No se trata de una interpretación de la que pueda divergirse por razones metodológicas. El comunicado de Hacienda es intencionalmente engañoso y abiertamente político, y esta voluntad aviesa se agrega a las múltiples y fundadas razones del descreimiento ciudadano de los auspiciosos informes de cualquier tipo brindados por el Gobierno.
A la publicación subyacen varias razones desesperadas. Ante la convocatoria del “Lunes amarillo”, del que se podía prever el resultado tomándole el pulso a la efervescencia cívica que lo antecedió, el Ministerio de Hacienda intentó descalificar con sus cifras un reclamo que, por demás, no busca oponer el pasado al presente, sino contribuir con la solución al problema social más notoriamente grave de
Publicando las multimillonarias cifras de los presupuestos asignados a Educación, que no necesariamente ejecutadas, Hacienda construyó una escalera de desproporciones a primera vista impresionantes: desde el primer escalón de 1996, año en que se inaugura la primera administración del gobierno del Partido de
Quiso decir también Hacienda, y eso si ha sido manifiesto en la reproducción de los datos por bocinas e interactivos, que el presidente Leonel Fernández ha hecho por la educación incomparablemente más que lo que hiciera Hipólito Mejía durante su calamitoso gobierno 2000-2004. Otra expresión de la torpeza política de un funcionario y un gobierno indiferentes a los anhelos sociales, de los cuales el reclamo del 4 por ciento para la educación es su última vigorosa expresión.
Pero para hablar mentiras y comer pescado hay que tener mucho cuidado. Y Vicente Bengoa no lo tuvo. En primer lugar, sus cifras no responden al reclamo ciudadano a favor de la educación.
Presenta presupuestos en montos contantes y sonantes, y no lo que esos montos representan como porcentajes del PIB, que es de lo que trata el reclamo cívico. Pirotécnico entrenado en el manejo antojadizo de cifras, Bengoa lanzó su luz de bengala con ánimo de deslumbrar, y solo logró ponerse en penosa evidencia.
En un país de instituciones más sólidas y respetuosas de sus funciones, ese comunicado, convertido en anuncio de televisión, no hubiera sido publicado. Y la razón es sencilla: su grado de manipulación de las cifras para inducir a error a la opinión pública constituiría un delito flagrante.
No se trata de una interpretación de la que pueda divergirse por razones metodológicas. El comunicado de Hacienda es intencionalmente engañoso y abiertamente político, y esta voluntad aviesa se agrega a las múltiples y fundadas razones del descreimiento ciudadano de los auspiciosos informes de cualquier tipo brindados por el Gobierno.
A la publicación subyacen varias razones desesperadas. Ante la convocatoria del “Lunes amarillo”, del que se podía prever el resultado tomándole el pulso a la efervescencia cívica que lo antecedió, el Ministerio de Hacienda intentó descalificar con sus cifras un reclamo que, por demás, no busca oponer el pasado al presente, sino contribuir con la solución al problema social más notoriamente grave de
Publicando las multimillonarias cifras de los presupuestos asignados a Educación, que no necesariamente ejecutadas, Hacienda construyó una escalera de desproporciones a primera vista impresionantes: desde el primer escalón de 1996, año en que se inaugura la primera administración del gobierno del Partido de
Quiso decir también Hacienda, y eso si ha sido manifiesto en la reproducción de los datos por bocinas e interactivos, que el presidente Leonel Fernández ha hecho por la educación incomparablemente más que lo que hiciera Hipólito Mejía durante su calamitoso gobierno 2000-2004. Otra expresión de la torpeza política de un funcionario y un gobierno indiferentes a los anhelos sociales, de los cuales el reclamo del 4 por ciento para la educación es su última vigorosa expresión.
Pero para hablar mentiras y comer pescado hay que tener mucho cuidado. Y Vicente Bengoa no lo tuvo. En primer lugar, sus cifras no responden al reclamo ciudadano a favor de la educación.
Presenta presupuestos en montos contantes y sonantes, y no lo que esos montos representan como porcentajes del PIB, que es de lo que trata el reclamo cívico. Pirotécnico entrenado en el manejo antojadizo de cifras, Bengoa lanzó su luz de bengala con ánimo de deslumbrar, y solo logró ponerse en penosa evidencia.