Por Juan Bolívar Díaz:- La precipitada aprobación de un nuevo parche tributario, a pesar de
la avalancha de oposición de los distintos sectores sociales, dejará al
Gobierno de Danilo Medina cada vez más dependiente y con menos
posibilidades de diferenciarse de su antecesor y caudillo del Partido de
la Liberación Dominicana (PLD), Leonel Fernández.
Al pagar el costo político inmediato de frustrar el proyecto de pacto
fiscal e imponer una reforma tributaria más que agravará las
dificultades de amplios sectores sociales, y pendiente de recibir los
beneficios económicos de los nuevos tributos, el Gobierno tendrá una
mayor dependencia de los responsables del hoyo que busca tapar.
Extraña la precipitación. Muchos de los que han creído en la decisión
del presidente Danilo Medina de “corregir lo que está mal y hacer lo
que nunca se ha hecho” no logran entender sobre cuál estrategia se
podrán alcanzar esos objetivos si el Gobierno escogió un camino que lo
distancia abruptamente de los más diversos sectores sociales empeñados
en superar el legado de clientelismo, malversación y corrupción que
generó un hoyo fiscal sobre 185 mil millones de pesos este año y más de
400 mil en los últimos cinco.
No es solo que Medina centró su discurso electoral en la concertación
de los tres pactos que dispone la Estrategia Nacional de Desarrollo,
fiscal, eléctrico y por la educación, sino que tan pronto se juramentó
apeló al escenario constitucional para esos objetivos, representado en
el Consejo Económico y Social (CES) y su decisión parecía firme cuando
propuso a tres profesionales vinculados a las organizaciones sociales
como relatores del diálogo, Isidoro Santana, Pavel Isa Contreras y
Javier Cabreja.
¿Qué provocó el cambio de dirección y la abrupta ruptura del diálogo
con el CES? es una pregunta que busca respuesta. La dura posición de los
sectores sociales al reclamar como cuestión previa la reducción del
gasto y la malversación y el cambio de modelo político y económico no
era nueva y se fortaleció enormemente cuando el Gobierno transparentó la
magnitud del déficit y la indignación creció hasta reclamar sanciones
para los responsables, tanto dentro del Consejo como en la opinión
pública.
El sector social del CES, con mayor disposición a aceptar una mayor
carga fiscal, se quedó petrificado esperando una contraoferta de los
negociadores gubernamentales que reclamaban una aprobación inmediata,
pretendiendo convertir el organismo en un simple sello gomígrafo,
mientras voceros políticos, incluyendo algunos que habían justificado y
defendido el desmadre, hostigaban toda disensión.
Tanto el presidente Medina, como sus funcionarios de mayor
credibilidad, que no tuvieron responsabilidad en el desmadre fiscal del
último quinquenio, han insistido en que reducirían el gasto y el
dispendio hasta en 50 mil millones de pesos. Lo incomprensible es que
ante los reclamos y propuestas específicas, dieran la espalda sin
formular una contra propuesta identificando y cuantificando sus
reducciones.
El pragmatismo político. Hay quienes creen que la
estrategia inicial del Gobierno frente al CES sucumbió en el altar del
pragmatismo político. Partieron de que la sociedad no pasará de unos
días de protestas que las navidades se encargarán de dispersar y de la
necesidad de mayores recursos a corto plazo para que el Gobierno no
quedara “de brazos cruzados”.
La precipitación tiene otra explicación:
la urgencia de negociar un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional
(FMI) para abrir cauce a nuevas posibilidades de financiamiento,
confiados en que proseguir el endeudamiento y el gasto, incluyendo otras
cien mil tarjetas de ínfimos subsidios, les seguirá rentando política y
socialmente.
El objetivo es comprensible, pero podría estar subestimando el estado
de indignación y actitud de resistencia que hay en la sociedad,
lanzándose contra una alianza casi sin precedente de los sectores
sociales, empresariales y sindicales, más una oposición política, que si
bien está dispersa y en parte bajo influjo de Leonel Fernández (parte
de su éxito, al viejo estilo balaguerista), está obligada a participar
en la resistencia.
Como creen domesticado al PRD, los voceros de esa estrategia ahora
centran sus ataques contra el alto empresariado, lo que tiene un efecto
intimidante, pero también alienta la conformación de un amplio frente.
Fue relevante la publicación esta semana en el periódico Acento.com del
“Credo tributario del empresario Juan Bautista Vicini Lluberes”, una de
las cabezas del mayor grupo empresarial dominicano, quien tras expresar
cálido y amplio reconocimiento al presidente Medina, concluye pidiendo
al Congreso que “confíen en el mandatario y no le permitan cometer el
error de pasar una reforma fiscal fuera del marco de un pacto y un
compromiso colectivo, porque el déficit que enfrentamos no es tan solo
el fiscal, estamos frente a un déficit estructural, comercial,
energético y moral de los cuales solo se sale con demostraciones de
credibilidad, generando la confianza de toda una población”.
El pánico como explicación. Pese a la avalancha de
críticas y advertencias recibidas por la comisión bicameral que
“estudia” el proyecto de reforma tributaria, prosiguiendo la
precipitación, el viernes el Senado lo aprobó de urgencia, en dos
sesiones consecutivas, tras algunas concesiones cosméticas que le
reducirían otros mil millones de pesos sobre los 7 mil que le habían
reducido al someterlo al Congreso, dejándolo para el primer año en unos
RD$46 mil millones, 9,000 menos que el presentado al CES.
Ningún organismo de la sociedad le dio apoyo, pero eso no va a
detener la determinación, que se repetirá cuanto antes en la Cámara de
Diputados, dispuesta por el Comité Político del PLD.
Algunos analistas
la atribuyen al pánico que ocasionó en los ámbitos del expresidente
Fernández el rechazo tan generalizado y enfático a la magnitud del
déficit fiscal, pero sobre todo a la decisión adoptada por el CES de
crear una comisión de expertos económicos y jurídicos para investigar
las causas del déficit y determinar las leyes que se violaron y las
consecuencias penales. En su quinta edición, del 10 de octubre, la
revista “La Lupa sin Trabas” recogió las angustias en un reporte del
reportero investigador Panky Corcino con el elocuente título de
“Vientos de Tormenta para Leonel Fernández”.
Hay versiones de que los leonelistas reaccionaron disgustados por la
decisión de transparentar el déficit ante el CES, argumentando que
dieron armas a la oposición y que harían muy largo el proceso de
aprobación de cualquier parche, desgastarían el Gobierno y dejarían mal
parado al partido. La vocación de unidad del Comité Político y lo que se
ha denominado como el “tigueraje político” se impuso por encima de
cualquier consideración.
Ante los cuestionamientos externos al principio
se chantajeaba a los danilistas, hasta en medios de comunicación,
recordándole que si hubo déficit fue para que él fuera Presidente. Pero
el argumento perdió fuerza en la medida en que se fue descubriendo que
el déficit fue mayor después de las elecciones, en los tres meses de la
transición, en aras de la glorificación del nuevo caudillo, en lo que ha
sido señalado como inicio de su campaña por el retorno en el año 2016.
En brazos de Leonel
En la lucha interna por la candidatura presidencial, tanto dentro
como fuera del PLD se apostaba a que Danilo Medina no sería candidato y
hasta se creía que de serlo, no ganaría, simplemente porque el caudillo
Fernández no lo quería ni lo permitiría. Una excelente estrategia
permitió a Medina ampliar su base fuera del partido, ganar apoyo en
todos los sectores y construir la imagen de que podría librar el país
del nuevo caudillaje que ponía su grandeza y prolongación por encima de
todas las políticas.
Danilo se acercó a múltiples sectores preocupados por la calidad de
la democracia, lo que contribuyó a un amplio frente, sin formal
concertación, en defensa de la Constitución y la institucionalidad
democrática, que obligó a Leonel a aplazar su proyecto continuista,
aunque sostuvo al anunciar su decisión que la Constitución le permitía
repostularse.
Las habilidades mostradas por Medina hasta crearon
entusiasmo, mantuvieron la unidad partidaria, y superaron otros intentos
de cerrarle el paso con la entonces primera dama Margarita Cedeño de
Fernández, y con el vicepresidente Rafael Alburquerque. Y ya candidato,
el leonelismo no tuvo alternativa que apoyarlo, ante el peligro que
representaba “el loco” de Hipólito Mejía diciendo todos los días que
“iban para la cárcel”.
Una “garganta profunda” asegura que desde antes de la juramentación
de Medina, los activistas del leonelismo encabezados por Félix Bautista
(vean la foto de satisfacción junto al presidente del Senado en la
sesión que aprobó el paquete publicada ayer por Acento), juraron que
esta vez los danilistas no les pasarían por encima.
Asegura que la
decisión del Procurador Francisco Domínguez Brito de defender la
investigación de los negocios del senador por San Juan disparó las
alarmas. Este habría comenzado por reunir a la mitad de los senadores
“para recordarles que ellos fueron electos en el 2010 con el dinero que
él les aportó”.
Todo esto en medio de versiones sobre el descubrimiento de cuestiones
que “de hacerse públicas dejarían chiquitos” los escándalos de las
últimas semanas, de sueldos, liquidaciones, pensiones y auditorías
explicativas de los déficits fiscales y reveladores de por qué el país
es líder mundial en malversación y corrupción, según el Indice de
competitividad del Foro Económico Mundial.
Si en ese panorama, con el caudillo y su gente a la defensiva, el
Gobierno tuvo que salir huyendo del escenario del CES, si no pudo ni
siquiera comprometerse a suprimir definitivamente la mitad de los 250
vicecónsules o que siquiera la difunta Corporación Dominicana de
Empresas Estatales ya inexistente, menos que liquidaría barrilitos,
cofrecitos y los “planes sociales” y repartos de casi todos los
organismos del Estado, o que sancionaría alguna violación de la
Constitución y las leyes, ahora de frente a toda la sociedad le
resultará mucho más difícil librarse del hoyo de Leonel.
Podría depender
cada vez más de la unidad monolítica del PLD y los poderes que controla
el líder cuyo objetivo fundamental es volver a la presidencia en el
2016. ¿Algún dominicano inteligente lo duda?