SANTIAGO:-La medida de coerción de un año de cárcel impuesta a Martha Heredia
por presunto tráfico de droga se extendió por toda la ciudad a la
velocidad de un rayo.
Las conjeturas no se hicieron esperar en un
palacio de justicia repleto de cámaras, familiares, amigos y seguidores
de la joven cantante. La gramática de los comentarios denotaba morbo,
abatimiento y hasta conmiseración.
El reloj marcaba las cinco de la tarde cuando Felipe Heredia, padre
de la artista de 22 años, recibió la noticia más amarga de su vida. Su
“bebé” era conducida rauda hacia una de las celdas de la cárcel Rafey,
donde aguardará que la fiscalía concluya la investigación y reúna las
pruebas para ser juzgada de manera definitiva por supuestamente tratar
de introducir a los Estados Unidos 1.8 kilos de heroína escondidos en
tacones de zapatos.
Desde poco antes del medio día, la familia de Marta se mantuvo en un
lado del pasillo del palacio de justicia, su padre lucía el menos
abatido hasta que recibió el golpe que le cortó la ansiedad de no saber
lo que en el interior de la sala de audiencia sucedía. La tenue risa
nerviosa del día cedió paso a la angustia en su cara, y en lo adelante
el silencio se apoderó de él.
Entre los demás familiares el desconsuelo,
el aturdimiento, la sensación de que una parte de su mundo se había
venido abajo. Horas antes María Rivas, la madre de Martha, tuvo que ser
trasladada a su casa porque no pudo mantenerse en pie.
Se trata de uno de los casos que más han impactado no solo el mundo
del espectáculo de la República Dominicana, sino que al mismo tiempo ha
sido motivo de discusión santa y mundana en medio de un torbellino de
comentarios de condena, repulsa y justificación.
La tendencia a identificarse con la víctima subyace en el imaginario
popular porque, de acuerdo con la sicóloga Ludelkis Peña, se trata de
una de esas situaciones que sirven de espejo de la sociedad, dadas las
circunstancias que han envuelto la vida de la artista desde que saltó a
la fama en 2009 cuando ganó el concurso Latin American Idol en Argentina.
Desde entonces Martha no ha dejado de ser noticia, no tanto por los
éxitos de su carrera posterior al concurso, más bien por los sobresaltos
de una vida intensa y febril que tuvo como trama principal desde el
inicio su relación con uno de los artistas más cimeros de la música
urbana.
Los pleitos por celos con el cantante de los raperos eran noticia
frecuente comentada por sus seguidores en las redes sociales. Las
contradicciones interfamiliares estuvieron presentes desde el mismo
momento en que Martha desembarcó airosa en su suelo patrio, con todo un
país a sus pies, haciendo gala de un trofeo que aquilataba la limpieza y
la fuerza de su voz, así como su capacidad histriónica y su energía
comunicativa.
El entonces presidente Leonel Fernández cuenta entre quienes fueron
seducidos por Martha en 2009, tanto que desde su expectación llamó a los
dominicanos a respaldar la artista como si se tratara de un fenómeno
que expresaba el alma colectiva de una sociedad cuyos ídolos, en opinión
de Ludelkis Peña, se reducen a peloteros y cantantes.
De acuerdo con la profesional de la conducta, Martha Heredia refleja
una “personalidad desequilibrada” igual que la de muchos otros jóvenes
deseosos de reconocimiento social. Explica que la ansiedad por la fama y
el dinero se mezcla con un entorno social carente de oportunidades para
una juventud que quiere “brillar” a cualquier precio.
“Una sociedad donde el dinero lo sustituye todo, donde lo único que
cuenta es el tener y no el ser, con una educación básica de pésima
calidad y con una pérdida creciente de valores éticos y humanos, no
puede esperar que casos como éste no sucedan”, dice.
La profesional ve en la conducta de las autoridades frente al caso el
interés de dar un “ejemplo” a la juventud con un mensaje equivocado,
porque en su visión la mayoría de la población juvenil se identifica más
con la conducta de Martha que con la exhibida por las autoridades
judiciales.
Peña aclara que el problema de este tipo de actuación del sistema de
justicia pierde de vista que la población percibe que con los “grandes
capos” no pasa lo mismo.
“Martha es una víctima, aquí todo el mundo sabe
con quién era que ella se relacionaba”, dijo un abogado que se
encontraba en la puerta del palacio de justicia al momento del dictado
de la medida de coerción. En términos parecidos se expresaron muchos de
los que asistieron a conocer la suerte de la artista.