La pieza, que fue introducida por un grupo de ocho
senadores bipartidistas, busca beneficiar a aproximadamente 11 millones
de indocumentados que por años residen en Estados Unidos y que anhelan
poder tener una residencia allí, como es el caso de José Montero, quien
lleva 12 años sin poder ver a su hijo, al que dejó de tres meses para
buscar mejor suerte en esta nación.
Aunque asegura que es difícil
ser indocumentado, José entiende que ha vivido una vida normal en este
país, donde ha visto nacer dos de sus tres hijos. Las esperanzas de
proyectarse como un hombre de negocios y desarrollarlo en un país donde,
según él, le facilitarán mejores oportunidades de desarrollo fue lo
que llevó a José, nativo de Vallejuelo, San Juan de la Maguana, a
aventurarse y marcharse a Nueva York, dejando atrás una tienda de ropa
que por años era el sustento de su familia.
Tan pronto llegó
empezó a probar suerte en lo que sabía hacer y en la medida que pudo
instaló una pequeña tienda con una socia, pero al poco tiempo se vio en
la necesidad de dejar el negocio porque presentó problemas con la mujer,
que lo acusó de agresión, por lo que tuvo que declararse culpable,
aunque niega que cometiera el hecho.
Pero eso no fue motivo para
que no siguiera en lo que le gustaba, que era el comercio. Más tarde
quiso seguir probando suerte e invirtió US$200 mil en un bar, el que
duró año y medio para abrir y donde probó con creses la amargura de
vivir en un país sin documentos.
Tuvo que ponerlo a nombre de su padre y
cuando necesitó realizar unos trámites legales para el negocio su
progenitor estaba en República Dominicana, por lo que de ahí en adelante
todo fue complicaciones hasta el punto de ver su empresa sucumbir, por
lo que tuvo que vender lo poco que quedaba de ella.
Ahora José
está probando suerte nuevamente con una pequeña barbería que instaló,
donde también trabajan otros dominicanos. Pero su gran esperanza está
centrada en poder ver aprobada una reforma migratoria que le permita
sentar bases en esta nación, en la que asegura ha pagado muchos
impuestos, por lo que merece ser beneficiado con el proyecto.
“Por
el momento seguimos aquí. Pero en los últimos tiempos está muy
complicado eso del status migratorio”, dice. Aunque muestra cierta
alegría porque le gusta vivir aquí, dice que siente nostalgia por su
país, al que añora y espera visitar pronto para conocer personalmente a
su primer hijo que ya está todo un adolescente.