DESDE LA MESA:-El Papa Francisco una vez más sorprende a la humanidad al poner sus dedos en las yagas de su misma Iglesia, cuando admite lo que esta sucediendo a su alrededor y de manera justiciera pedir perdón a las víctimas de sacerdotes pederastas en todo el mundo.
Su Santidad procedió a condenar la “absoluta monstruosidad” y el “horrible pecado” de la pederastia en el prefacio de un libro en el que su autor, Daniel Pittet, cuenta cómo fue abusado de niño por un religioso a lo largo de cuatro años.
Con gran humildad, el Papa Francisco se pregunta, cómo puede ser que un sacerdote, consagrado a Cristo y a su Iglesia, llegue al punto de “causar tanta desgracia, con la que no sólo daña al niño, sino también la vida de la Iglesia”.
Quizás con el presente perdón del Papa a las víctimas, el testimonio de Daniel Pittet y lo que recientemente ocurrió en la ciudad de Santo Domingo con el sacerdote Elvin Taveras Durán, muchos de los abusados sexualmente se sientan desafiado a contar sus verdades ocultas y eso conlleve a los correctivos de lugar en cada Iglesia.
En caso que ocurra en cualquier parte del pueblo dominicano, si es que los hay, sus familiares y las autoridades de la Iglesia Católica, están en la obligación de protegerlos y reorientarlos de que sus victimarios son humanos y si la ley terrenal no los alcanza, allá en “el juicio final” han de ser castigados y condenados.
Ciertamente muchas víctimas abusadas por religiosos durante su infancia, siempre concluyen con un trágico resultando, como el que acaba de suceder en nuestro país con la muerte trágica del menor Fernely Carrión Saviñón.
Paz a sus restos y conformidad a sus familiares ante tan horrible hecho, ejecutado de manera salvaje y bochornosa por el sacerdote Elvin Taveras Durán.