Yamasá, Monte Plata. Cerca de 150 estudiantes del liceo Ángel María Santa María, del distrito municipal Mamá Tingó, en Yamasá, Monte Plata, reciben docencia, desde hace varios años, en seis ranchetas con piso de tierra y maderas destartaladas.
Esto sucede pese a que, con el aporte de los padres de los alumnos, se adquirió un terreno por RD$100,000 para la construcción de un centro con mejores condiciones para la enseñanza-aprendizaje.
Su director, Domingo Rodríguez Lorenzo, explicó que han acudido en varias ocasiones al Ministerio de Educación para que se levante otro plantel y que en una ocasión llegaron técnicos a evaluar el terreno, pero aún no han empezado los trabajos.
El liceo lleva cuatro años operando en los cuatro grados del bachillerato. Cuando llueve, lo que es común en la comunidad de Mamá Tingó, se mojan los estudiantes y cuando hay sol, los rayos los impactan directamente porque casi todas las tablas están rotas.
Las aulas improvisadas fueron levantadas por los padres de los estudiantes, debido a que el liceo más cercano está ubicado a nueve kilómetros, recorrido que hacían muchas veces a pies.
“La prioridad es que que nos construyan el liceo, mira las condiciones en que está esto”, dijo Rodríguez.
Dos de las seis aulas están ubicadas en el mismo terreno que funciona la escuela de básica Río Arriba, la cual está en condiciones físicas aceptables.
Las cuatro aulas restantes funcionan en una propiedad de Francisco Santa María, quien es hijo de Ángel Santa María, un señor ya fallecido y quien donara el terreno para que se levantara la escuela básica.
Otro centro que requiere la construcción de dos aulas nuevas es la escuela básica El Capá, en la que se imparte docencia desde el nivel inicial hasta el quinto grado.
El pequeño plantel fue construido en el 2002 con fondos extranjeros. En principio constaba de dos grandes aulas. Con el tiempo hubo que improvisar dos aulas más para acoger a los cerca de 100 estudiantes.
Las nuevas aulas consisten en una pequeña construcción de madera y zinc y la otra es una enramada donde cada vez que llueve los pequeños alumnos tienen que ser sacados y agregados en los demás salones. Las autoridades han prometido su construcción.
Seis ranchetas con planchas de zinc son su cobijo. Pese a ello, los estudiantes del liceo Ángel María Santa María, en Monte Plata, hacen lo posible por aprender.
¿Qué otra opción les queda cuando el Ministerio de Educación tiene oídos sordos a su reclamo? De nada ha servido que los padres de los alumnos compraran un terreno para construir el plantel.